viernes, 18 de noviembre de 2016

SOBERBIA I



La cigarra y la hormiga estaban charlando tranquilamente a la lumbre una tarde de otoño, poco antes de la llegada del invierno. Mientras que la cigarra había disfrutado del verano cantando y saltando por los campos de la región, la hormiga, junto a sus hermanas, no había hecho más que trabajar buscando y almacenando alimento para pasar el invierno.
- Nunca entenderé como las hormigas soportáis vuestra vida. Todo el día trabajando en lugar de disfrutar. Y, ¿para qué? Para compartir el hormiguero con millones de compañeras con la cara igual de larga que la tuya. No sé por qué no aprendes de mí. Si fueras la mitad de inteligente de lo que somos las cigarras seguro que…
La hormiga se había levantado hacía ya rato para seguir trabajando mientras su invitada continuaba con su perorata.
- … y mi maravillosa voz. Ya quisieran el resto de insectos de la región tener si quiera parte de mis dotes…
La cabeza de la cigarra seguía voceando y presumiendo, ignorando la presencia de su anfitriona que, laboriosa y humilde, continuaba guardando en la despensa las partes desmembradas de la cigarra. Pronto comprobaría si además de buenas cantantes, las cigarras también eran sabrosas.

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