Desde ese día nadie vende barquillos en el parque, ni tampoco chirrían las cadenas de los columpios. Los globos han dejado de fabricarse y nadie cose ya disfraces. Cajas, palos y piedras no tienen más función que la de cajas, palos y piedras. Desde el día del funeral nada es igual, pero nadie parece haberse dado cuenta y la lápida aún continúa desnuda de flores.
“Señora Inocencia”, reza el epitafio, “que tus ojos sigan viendo lo que los adultos nunca pudieron comprender”.
“Señora Inocencia”, reza el epitafio, “que tus ojos sigan viendo lo que los adultos nunca pudieron comprender”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario